Hablando sobre la ciudad y tratando de llegar a una descripción o representación de la misma de manera objetiva, me di cuenta que no es posible entender la ciudad objetivamente. La ciudad es parte de un imaginario, o una percepción subjetiva del entorno entonces una ciudad siempre será el reflejo de su colectivo y sus pensamientos. Es difícil explicarlo, pero no existe una cosa sin que la estemos pensando aunque otros no la vean o perciban con los sentidos. Si alguien lo hace, existe sino no existe.

Es la respuesta a la pregunta sobre el árbol que cae sin que nadie lo oiga, no existe hasta que te hago la pregunta. El momento que hago la pregunta, existe este árbol, y existe su sonido porque acabamos de crear el concepto, la realidad. Nuestra imaginación hizo posible que esto sucediera.

Es lo mismo con el universo, la tierra, los mares, fondos de océanos y continentes, existen porque nuestro cerebro imagina y racionaliza la idea de la existencia de dicho objeto o dicho sujeto: lo hacemos real. Así como los países, las costumbres, las ciudades y hasta las personas y sus diferentes personalidades.

Creamos todo. Existimos al ser pensados. No podemos existir sin el reflejo, sin el otro. Si nadie nos ve, o piensa, no existimos. Si nos vemos al espejo no existiríamos si no hubiéramos entendido el concepto de realidad, es reflejo y conciencia, conciencia y reflejo.