Tanto en arquitectura, como en todo arte, el manejo de la luz lo es todo. Los elementos arquitectónicos deben responder a muchas funcionalidades, sin embargo, una de las principales es crear atmósferas espaciales que son visibles por la luz. Esta forma de materia no sólo permite la existencia del espacio y su percepción,  sino también la forma de espacios llenos y vacíos, calientes y fríos, dentro de la arquitectura.

Esa es la meta de la nueva arquitectura: dialogar con la luz. En realidad, comenzó a realizarse miles de años atrás. Las catedrales son un claro ejemplo de cómo la especialidad manejada con luminosidad es controlada, deseada para lograr un temor al todopoderoso, pero al mismo tiempo crear un templo de meditación con la luz a en el «Ocultus».

La luz en el cielo, sentir, que eso te es superior y te hace valorar, admirarlo, y hasta temerlo. ¿Qué pasa si traemos esa experiencia más cerca al suelo y logramos que la atmósfera del espacio divino se pueda sentir en lugares más frecuentes del día a día en la vivienda oficina o café?